viernes, 8 de mayo de 2009

Ya caminamos sólos

Entre tanta falta de adaptación del uno con el otro, hay cosas que te hacen sentir muy feliz y todas, absolutamente todas, me las da este pequeño gran perro recibido hace un par de días de manos de mi instructor. A veces le digo que busque la puerta cuando la tengo en frente y el pobre se queda pillao, otras le digo que busque la salida para sentarnos a fumar pasivamente después de coger una Pepsi en la escuela de Rochester pueblo y claro, como no lo dirijo el me lleva a visitar a su hermana Caila o a la labradora de una chica de Nuevo México que se llama Catalina, llamada Kinberli.

El día de trabajo ha sido intenso, por la mañana hemos hecho tertulia hasta que me ha llegado mi turno de trabajo. Nuevamente, hemos hecho un circuito en forma de cuadrado esta vez, sin lo que Joaquín llama el segundo pedal que no es otra cosa que la correa que el instructor engancha a mi collar. El ejercicio empezó con un poco de dudas, pero cuando llegamos a la calle principal del pueblo, mi cara se iluminó con una abierta sonrrisa; Dodger al fin cogió velocidad de crucero y luego se distrajo un poco, mirando escaparates o incluso intentando entrar en una tienda. naturalmente no lo dejé, pues la Américan Express perruna no venía incluida en el pack y si me la dieran, los gastos correrían de mi cuenta. Al terminar el circuito sentí una gran satisfacción, para ser el primer día, hicimos un trabajo muy preciso.

Pero sin duda el gran momento ha llegado por la tarde. hemos visitado un parque cercano, situado a unos 10 kilómetros de la escuela. Aquí por parejas hemos hecho un recorrido de unos 3 kilómetros, cada uno cogido a su perro. Decía un cani en la plazoleta de mi barrio que el Aze llevaba razón cuando en su canción dedicada a los tuneros, "Gasolina sangre y fuego", hablaba de la sensación de control que se experimentaba al tunear un coche; me río yo de esa sensación de control con la que hemos experimentado hoy. me he enganchado al arnés y aunque ha veces tirando un poco, hemos realizado con éxito nuestra ruta. Hubo un momento, cuando Dodger al fin cogió velocidad de crucero y llaneaba mejor que un Setra de Alsina Graells cargado de viajeros rumbo a Granada, que parecía estar volando, llegué a olvidar que en mi mano izquierda llevaba cogida el asa del arnés junto a la correa. no esperaba llegar a sentir esto pues al principio por la falta de adaptación hicimos algunas eses metiéndonos un poco en la hierba. Cuando llegamos al punto de destino y repusimos fuerzas me dieron ganas de seguir andando para poder sentir el aire puro y el olor de las plantas que por allí había. Nos hemos adaptado tanto, que al final las parejas se han dispersado; Joaquín porque sufrió un accidente con un americano que no llevaba gafas, aquello parecían las defensas de un Patrol y yo porque cogimos velocidad. parecía como cuando voy a Granada y me engancho al hombro del Juan, que cogemos veolocidad y tenemos que parar de vez en cuando para no distanciarnos demasiado.

Termino estas líneas mientras el protagonista de las últimas y próximas entradas de este blog, echa una de sus tantas siestas. Esta es más profunda pues el calor que hace hoy por estas tierras norteñas ha sido un complemento para cansarlo más de la primera ruta juntos. Ahora le toca comer su pienso y en cuanto termine, llegará uno de los momentos más inolvidables del día, se pondrá a saltar y a dar vueltas de contento, algo que cada día que pasa, lo hace con más intensidad pues ya va perdiendo la vergüenza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

soy el javi, bueno ya te vas enganchando a la velocidad perruna, ya verás cuando cojamos aquí en sevilla luís montoto para abajo y echemos una carrerilla, jajaja, un saludo y nos vemos pronto, si ves a un instructor llamado randi le das recuerdos de javi y leisi.

Timore dijo...

No veas macho, ya me imagino los ciegos con su fórmula 1... bueno pero a mi que no me quiten ser el coche escoba, eh? XDDD

Fran