lunes, 9 de marzo de 2009

camino a la normalización

hace un rato, cuando bajaba para el comedor me encontré con unos compañeros de Comunicación Audiovisual que me estaban buscando. Amablemente, me paré y me estuvieron comentando que estaban interesados, en grabar un documental para una asignatura, y que habían pensado en un ciego, invidente o como queramos llamarlo, porque hoy, con esto de lo políticamente correcto ya no se si soy eso, discapacitado visual, o bueno, en resumen, tengo los ojitos malos desde que nací y querían a alguien como yo para grabar el documental por la Facultad, donde se mostrase el día a día, desde que llego hasta que me voy, unas veces antes, otras más tarde de lo que yo quisiera.

No dudé en decirles que sí, pues aunque no es el primero que hago, en 3º de carrera, primer año de mi nueva y definitiva etapa universitaria también me presté para otro reportaje similar y un trabajo de fotoperiodismo, son compañeros distintos. Recuerdo que un día me contaron la historia de un antiguo alumno, en msimilares circunstancias, a quién le pidieron un favor similar y su respuesta fue al estilo de Fernando Fernán Gómez con aquél "A LA MIERDA" tan famoso. Según me contaron, les respondió que él no tenía por qué ser conejillo de indias de nadie. Con actitudes de personas como ésta, no llegamos a ningún lado, pues aunque a veces pueda cansarnos responder a las mismas preguntas o molestarnos porque nos pilla un mal día, debemos recordar que si nosotros no nos ponemos en nuestro sitio y le enseñamos a los demás con hechos nuestra realidad, puede que nos integremos, pero siempre va a existir esa barrera que separa a "gente normal" y como dice Albert Espinosa, "gente especial".

Todos somos especiales, igual que la compañera de banca de atrás tiene las manos pequeñas y delicadas, a otros nos ha tocado el no ver desde que nacimos, pero eso no impide que llevemos una vida "normal" con nuestras dificultades como todo el mundo, para ciertas cosas. Me preguntaban un día por el esfuerzo en mi vida diaria, y yo le respondí que el tema de las barreras arquitectónicas era algo que ya tenía más que asumido, lo que no eran las barreras mentales, que se crea, mucha gente, incluso con estudios universitarios, casos de algunos profesores de facultad como una, a la que entrevisté y desde su falta de horas de radio y su... incultura, intentó entrevistarme preguntándome cómo lo hacía y que contara mi situación, demostrando su poca profesionalidad, para organizar unas jornadas relacionadas con el tema de la discapacidad. Y otro, partidario de decir en cada programa aparte de mi nombre mi ceguera, porque según él eso la audiencia debe saberlo, pero no nos deja decir que estamos mal de tiempo porque según dice, eso no interesa que se sepa. Con posturas así no estamos normalizando, estamos integrando, separando de forma tajante dos realidades que pueden ser una, y lo peor, es que desde los medios de comunicación, con filosofías como esta, hacemos que el discapacitado, que lleva una vida normal, y tiene un puesto de trabajo similar al de otros que no tienen anulado ninguno de sus cincos sentidos, lo que conseguimos es que a esa persona se le anteponga aquello que le distingue, es decir, cuando piensa el oyente en el que está al otro lado acompañándole en sus quehaceres, piense primero en ciego y luego en Jorge.

Todo no es negativo, pues hace años, gracias a las tecnologías y al apoyo prestado por organizaciones como la ONCE, se han alcanzado cosas, que hasta no hace mucho era impensable. Desde el ámbito de la ceguera, que obviamente es el que más conozco por ejemplo, hemos conseguido un pequeño gran logro, ya no se identifica al ciego como uno que está vendiendo cupones en una esquina, o tocando por las calles con una guitarra, gracias a una lucha mutua, compuesta por tres elementos que se complementa: personas afectadas, la Organización Nacional de Ciegos y por último, los medios de comunicación se encargaron de darlo a conocer. Por eso, los discapacitados debemos enffrentarnos a la vida con receptividad y optimismo, para así ganarle la batalla a esos prejuicios tan dominantes en nuestra sociedad, que tanto daño hacen en la cultura general.

3 comentarios:

tusitala dijo...

Pasaba por tu blog con la idea de hacer algún comentario, porque ya hacía días que no escribo y he empezado a cogerle el gustillo a esto.... pero, después de lo que has escrito, qué puedo añadir? Cada día escribes mejor, de verdad. yo también ssoy ciego y universitario, bueno lo he sido porque ya he terminado la carrera, y estoy completamente de acuerdo contigo.
A los ciegos no nos molesta tanto que haya farolas y papeleras por la calle, sabemos que eso debe ser así. Es verdad que con un poco de educación por parte de algunos nuestra movilidad por la calle sería mucho menos difícil. pero mucho peor es que te presenten a alguien y no te salude porque le dé corte, como a mí me ha pasado alguna vez, o intentar hacer amistad con alguien para que luego descubras que te habla por educación o curiosidad, que nunca te verá como una persona normal; también puede suceder que vayas a una entrevista de trabajo y no te dejen hacer las pruebas de selección para conseguir un contrato, porque nada más verte han decidido que no tienen tiempo para complicarse la vida contratando a un ciego. Por fortuna situaciones como estas se da cada vez menos, pero sigue siendo muy real.
A la mayoría no nos molesa en absoluto que nos pregunten, ni mucho menos que nos ayuden. No sé por qué tenemos fama de eso. Entre los ciegos hay personas desagradables y maleducadas, al igual que entre todas las personas. Supongo que alguna gente que se queda ciega de muy mayor no acepta su situación de la misma manera que los que no hemos visto nunca. Es legítimo y normal, y además muy positivo, que la gente sienta curiosidad por saber cómo nos imaginamos a las personas, cómo soñamos o cómo nos las arreglamos por hacer un examen, por citar tres preguntas que me han hecho muchas veces. He conocido a gente que, el primer día que me vieron estaban algo intimidados porque nunca habían visto a un ciego y no sabían bien como tratarme y hoy son grandes amigos míos. Yo creo qe todos los ciegos podríamos escribir un libro con preguntas extrañas que nos hace la gente por la calle, del tipo ¿y cómo te dejan ir solo, hijo? Pero siempre hay que ser paciente con este tipo de cosas, porque sólo con el diálogo y la convivencia conseguiremos que todo el mundo nos acepte por lo que somos y no por nuestras circunstancias. E incluso por una razón más egoísta, porque todos necesitamos la ayuda de la gente y hay que ser agradecido.
En cuanto a eso que dices de tu participación en la radio, no puedo dejar de recordar al inolvidable Juan Antonio Cebrián. Mucha gente en la ONCE le preguntaba por quénunca decía en la Rosa de los Vientos, su programa de onda cero, que era ciego. él siempre decía que para que la integración fuera real eso debería carecer de importancia.
¡un saludo para todos!

Anónimo dijo...

Hola guapetón!. Pero si es ese Rafael en persona!, jejeje.
Bueno tío, pues te digo que eso de las personas con preguntitas raras, pasa, y mucho...
Concretamente cuando yegué a estudiar aquí, a Madrid, donde resido actualmente, bueno, mitad aquí, y el 25 por ciento en casa de mis queridos padres y en casas que no son mías pero que tienen dentro a una persona muy especial para mí!, Mi K-nihho!.
En fín, que cuando yegué aquí a Madrid, las chicas del piso en el que estoy actualmente, me preguntaron de todo, incluso dicen que cada día aprenden conmigo un poquito más, pero no solo conmigo, sino que al igual que ellos aprenden de nosotros, nosotros también aprendemos cosas de ellos!.
A propósito tío!, escribes de la caña!.
Un saludo guapísimo y espero que nos veamos muy pronto!, pero a ver con que personajillo me encuentro a esta vez: no sé si será de Andalucía occidental, de gallego o almeriense...
Cuidate!. Besotes!.

Jorge dijo...

hombreee Kaniha!. ¡¡Llevaba ésto un poco aburrido de comentarios y te leo por tres!. Ya sabes, tus comentarios serán siempre bien leídos jejeje. De eso se trata, de que todos aprendamos de todos y por supuesto, dejemos que los demás puedan escuchar nuestras inquietudes y necesidades, tan lejos pero tan cerca a la vez.
No quiero terminar esta anotación sin felicitar al señor Tusitala, que en muy poco tiempo se ha convertido en el comentarista estrella del blog porque aunque siempre dice que no tiene nada que decir, al final termina diciendo muchas cosas con sus sabias reflexiones que ojalá siga publicando por aquí mucho tiempo.