sábado, 21 de febrero de 2009

Merece la pena vivir

Escribir un libro no es una empresa fácil, aún menos si utilizas un lenguaje que ha quedado sepultado con el paso de los años, este es el caso del libro que me terminé el jueves, ‘Las Cenizas de Ángela”, del escritor irlandés estadounidense Frank McCourt. Esta novela de 400 páginas, es una autobiografía donde su autor nos lleva a la terrible infancia vivida primero en Brooklyn (Nueva York) y luego en Limerick (Irlanda).

El estilo que emplea es muy curioso, más que nada porque es admirable como un señor de 66 años es capaz de expresar con tanta claridad y cercanía; las reflexiones de un niño primero, luego de un adolescente. Conforme nos vamos adentrando en la trama y ésta avanza, el lenguaje también progresa para mejor. Todos hemos sentido alguna vez esa frustración cuando los mayores no saben o no quieren explicarnos nuestras inquietudes infantiles, con dudas existenciales cuyas respuestas, quedan aún muy lejos de lo que nuestra mente puede comprender. ¿Por qé contestan así? ¿acaso olvidaron que ellos fueron inocentes niños?

La infancia de este profesor de universidad jubilado fue realmente terrible; su padre era alcohólico y su madre intentaba, a duras penas, con los pocos recursos que disponía, sacar adelante a la familia compuesta por cuatro hijos pequeños. En Nueva York la miseria era dura pero la sobrellevaban mejor, gracias a la ayuda prestada por los vecinos y el tendero, de origen italiano. En Irlanda, todo cambia, los ambientes y personajes, recuerdan muchísimo al Londres del siglo XIX que encontramos en las novelas de Dickens: profesores de la escuela nacional partidarios de aquello que en ‘Los Chicos del Coro” se llamaba “Acción Reacción”, curas y creyentes que con sus actitudes hacen que tu fe en la iglesia católica pase de raquítica a moribunda, insoportables prestamistas y familiares que no aceptan al padre del autor por sus orígenes norteños. Como en todos lados, dentro de tantas sombras fantasmales tenemos un poquito de luz, manifiesta aquí en ese tío pat al que todo le importaba un pedo de violinista.

Nos acercamos aquí también, un poco a la historia de Irlanda, con su calvario de más de ocho siglos, motivado en parte por el interés británico de anexionar estas tierras a su basto imperio y la aversión entre católicos y protestantes, latente hasta no hace mucho tiempo. Podría resaltar más pasajes de esta obra, pero creo que mejor dejo que ustedes la leáis, para que luego me contéis vuestras impresiones. No es una lectura recomendada para espíritus sensibles, pues por su estilo del que hablamos más arriba y por los episodios a los que tiene que enfrentarse nuestro protagonista, podemos soltar alguna lagrimilla que quedará borrada, al llegar a la última página, con una sonrisa en la que podrá leerse “después de todo, merece la pena vivir”.

No hay comentarios: