viernes, 17 de abril de 2009

Visita a los monumentos reales de praga

Si ayer os hablaba de un clima primaveral casi de verano, hoy hemos vuelto al otoño. La lluvia, el frío y el viento, que acrecentaban lo anterior, nos han acompañado durante toda la jornada. Empezamos el día desayunando en el hotel; tampoco ha tenido nada de particular, desayuno de bufé libre tipo continental con café, panecillos con sésamo por encima, huevos revueltos para adaptarme al país y no pasar mucha hambre durante el día y zumo de frutas con sabor a Don simón de naranja. Como buenos turistas, cogimos un poco de pan para hacernos bocadillos, no sé como saldrán pues por la mañana cuando fuimos a meterles la porción de mantequilla se devoronaron.

Viendo el tiempo que hacía, optamos por el plan B, dejando el A para mañana si las nubes no descargan. el plan a consistido en comprar cada uno un billete de metro, que también sirve para el tranvía y el bus urbano, éste cuesta 26 Coronas Checas, lo que viene a ser 1€ y te permite durante hora y cuarto montarte en todos los transportes que quieras, tomamos un par de metros, Línea A y B para llegar a la zona del castillo, donde se encuentra la sede del gobierno de este joven país con tanta historia a sus espaldas. En el metro de Praga no hay tornos como en Madrid y Barcelona: tu compras tu billete en las taquillas o en las máquinas expendedoras y luego lo pasas por una maquinita que está un poco más alante, pero que no tiene ninguna barrera ni nada, sólo te pica el tikect. Mientras tu estás intreoduciendo tu título de viaje, pasan rápidos unos cuantos. No sé si es que no pasan mucho los revisores por los trenes y la gente se cuela como en Italia o qué. El metro en esta ciudad está super profundo, aquí con razón la gente baja las escaleras mecánicas andando al estilo de los madrileños estresados en hora punta, pues aunque son más rápidas, desde la entrada de la estación hasta el andén hay que bajar muchísimo. Está tan profundo que se te taponan los oídos del cambio de presión.

Comenzamos nuestra visita tras dar unas cuantas vueltas de ubicación por los jardines del palacio real con más de 600 años de historia y con entrada gratuita. Había bancos que invitaban a sentarte pero estaban bastante mojados así que optamos por hacer una sesión fotográfica con las cinco cámaras de los compis y de paso grabar un vídeo, en el que no faltó mi ¡Musho Beti! como saludo de rigor. Yo no he llevado cámara porque ya hay bastantes fotos y encima a mi me las tienen que hacer, y como soy solidario, no me gusta dar más trabajo del que ya tienen. Después de oler el perfume de las plantas mezclado con la lluvia y un poco de olor a chimenea, hacernos unas cuantas fotos y de intentar abrir la puerta de lo que parecía un castillo abandonado, salimos para dirigirnos al recinto del castillo. Aquí como en Las Navas, hay una zona a la que se le llama así, pero no hay fortaleza amurallada, ni ruinas. el recinto del castillo engloba la Catedral de san Vito, de estilo gótico espectacular, la Iglesia de San Jorge en la que no hay mucho que ver y varios museos: el militar, el del juguete que se paga aparte y el histórico, con cosas muy interesantes pero muy visual y al que no presté mucha atención porque entramos después de comer en pleno soponcio de la sobremesa. Antes paramos para hacernos fotos con los guardias del Palacio Real, lugar donde se encuentra la sede del gobierno de la república Checa. yo no me retraté, pues creo que los pobres centinelas tienen que estar algo cansados de posar para los turistas.

para entrar al recinto del castillo hay que pagar 125 Coronas checas, que al cambio vienen a ser unos 5€ aproximadamente. Es recomendable la adquisición de una audioguía, por 83 coronas más. Este artilugio consistente en un teléfono al estilo moviline antiguo, que bueno, más que teléfono parece un zapatófono, no permite mediante la selección de códigos ir escuchando datos interesantes de los lugares en los que estamos además de guiarnos por recinto. Eso sí, por el precio que acabo de indicar sólo puede tenerse el aparatejo durante dos horas. Una vez lo tuvimos, empezamos la visita por la catedral de San Vito, pulsamos 1, dimos okei y la voz en español con acento de locutora de radio Praga nos fue indicando y enseñando con detalle todos y cada unos de los lugares de este recinto gótico. Por cierto, la visita a la catedral es gratuita ¡qué aprendan en Sevilla!.

A la hora de entregar la audioguía, llegó quizá uno de los peores momentos del día, el de la comida, pues los checos comen como muy tarde hasta la 1 según nos indicó ayer nuestro amable guía Nelson, boliviano que aunque lleva una ventena de años por estas tierras no pierde su acento tan característico que distingue la doble l de la y griega ni sus rasgos que recuerdan algo al actual presidente Evo Morales. Este momento del almuerzo fue el peor, pues tuvimos que conformarnos con un bocadillo frío de jamón y verduras de la marca Power Maxi, unas patatas fritas y una cocacola. Después, mientras nuestras compañeras terminaban sus emparedados de pan del desayuno en las puertas de la iglesia de San Jorge, pasamos frío como nunca, hacía años que no tiritaba tanto. El resto de la tarde ha transcurrido con el cansancio como protagonista, tras terminar nuestra visita y admirarnos de como una república respeta tanto a su pasado real y sus monumentos, tomamos el metro para volver de nuevo al city Moran y descansar que falta nos hace. Esta noche creo que voy a dormir diez horas seguidas porque estoy reventado. Tan reventado que estoy terminando esta crónica a la prisa corriendo. Mañana, más y esperemos que mejor.

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