martes, 17 de febrero de 2009

Granada es más que especial

A veces, la llamada telefónica que llega inoportuna en una de esas tardes de enero o febrero mientras intentamos sacar algo en claro de unos apuntes farragosos puede ser un soplo importante para ayudarnos a estudiar con más ganas. Y a hechos me remito; estaba empezando aquél día a sacar alguna conclusión más allá de lo ya conocido sobre la sociedad sexista en la que vivimos de los apuntes de ética y Deontología periodística, cuando mi móvil empezó a sonar. Era juan, uno de esos amigos que puedes pasarte meses sin hablar con él pero cuando lo haces, es como si te hubieses despedido de él la noche antes. Cómo siempre, me invitó a ir a Granada pero no a su casa, Juanito tiene la facultad de decirte “oye que cuando quieras vente que tal tiene sitio en su casa, o que en el piso de cuál hay una habitación libre.

Esta vez no tenía excusa, así que esa misma noche concreté que aprovecharía el fin de semana del 14, que él venía a jugar al fútbol una de sus pasiones para volverme con él por la tarde. Así lo hice. Llevo varios años visitando la ciudad de La Alhambra, concretamente desde 2004, y cada vez que voy me enamora más esta ciudad, no sólo por sus famosos monumentos, también por sus calles, su gentes y por qué no, por su ambiente universitario. Aunque la visita fue relámpago, como dicen en mi pueblo “La visita del médico”, fue un día intenso de rencuentros ilusionantes y otros no tanto, pues en algunas ocasiones, cuando tardas tanto en ver una persona por la que has sentido algo tan fuerte descubres que el corazón usa lentes mal graduadas que aumentan los sentimientos de forma considerable y errónea. Pero bueno, lo importante de eso es que el mal se curó el corazón ya no usa gafas y lo ve todo perfecto, mostrándo que hay muchas razones para seguir creyendo aquello de la amistad ocupa mucho más espacio que el amor en su interior.

También me reencontré con eso de salir a tomar copas a un precio mínimo de 5€ con una música estridente que está por encima de tu voz y eso que la mía es fuerte de por si.De vez en cuando, merece la pena sacrificarse y visitar esos sitios, pues se viven grandes momentos y escuchas canciones, que pasan a estar incluidas en el repertorio de la banda sonora de tu vida y fomentas el cariño tan fundamental en estos días con cosas tan tontas como el cantar aquella de “tenía tanto que darte tantas cosas que contarte” a voz en grito todos abrazados con un par de vozkas con limón en el cuerpo. Quizá también merece la pena para recordar la emoción de esas cosas pequeñitas sufrir por el humo de segunda mano con el consiguiente olor que se queda en la ropa por unas cuantas horas. Llevaba tanto tiempo sin salir de discotecas, que no recordaba que me molestase tanto el humo del tabaco en un sitio cerrado, será porque era un pub pequeño de la zona de plaza de toros, de cuyo nombre no me acuerdo en el que intercalaban el tecno pastillero con reggaeton y pop actual.

Allí estuvimos hasta que nos echaron para prorrogar luego la velada en plan tranquilo en un piso hasta eso de las 6, hora en que nos fuimos a dormir. A las horas cuando nos levantamos, salimos para ir a comer bueno, a desayunar pues estábamos tan resacosos que sólo tomé mi inseparable vaso de agua en ayunas. –El desayuno consistió en varias tapas acompañadas de Alambra bien fría en el Yolanda, un bar pequeñito junto a la estación de RENFE donde por cada bebida te ponen una media ración de osas tan ricas como paella, o patatas bravas. La ventaja es el precio, que por unos 5€ vienes a comer lo que en Sevilla te cuesta 10.
La merienda la hicimos en el piso de mari paz, con te muy rico y pasteles de los mejores que he probado en mucho tiempo, de una confitería de la Plaza de Toros; aquí no pudimos pararnos tanto, pues quería volverme a Sevilla a una hora prudencial para que el primer madrugón después de casi un mes sin clases no supusiera un esfuerzo, pero cuál fue mi sorpresa, que Alsina Graells me concedió una tregua de dos horas pues el autobús estaba completo.

En definitiva, de vez en cuando tenemos que olvidarnos de aquello de para un día… es mucho dinero, las visitas relámpago a un sitio que hace mucho que no vas y con el que te emocionas desde que sales de Sevilla, merecen la pena. Espero no tardar tanto en volver, de momento tenemos medio apalabrado un retorno para marzo, aunque ya me gustaría poder ir para las cruces, una fiesta que no podéis perderos, ahí es donde verdaderamente Granada te engancha y no puedes dejar de visitarla. Qué pena que allí no hay periodismo aunque bueno, a saber si lo hubiera como estaría yo ahora mismo con tanto shawarma, tapas y fiestas.

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