¿Dónde va nuestro dinero?

Viajar en transporte público puede ser un auténtico suplicio, aunque si sabemos buscarle el punto optimista puede ser un momento curioso de nuestra rutina diaria. el móvil de última generación y los reproductores de música han hecho mucho daño, pues antes, más compañeros de viaje montaban tertulia iniciándola por la pirueta que acababa de hacer aquella radio con coche incorporado y terminándola en el primo de la vecina pepi, que se ha echado una novia en Islandia que conoció por un chat y se va a ir a vivir con ella.

la vuelta de hoy en el 28 ha sido una de esas que no quieres bajar porque tienes la oreja pegada a la conversación y al final, sin quererlo terminas apuntándode a la charla. En el asiento de alante iba hablando un chaval con la conductora, que se ve era amiga o familia, de la operación de su madre. Comentaba este joven con unlenguaje a lo cani-chavacano, de ese que escandalizaría a Fernando y su abuela tanto que les haría intervenir no para comentar, si no para pedirle por favor que hablase un poquito mejor, que su madre compartía habitación con una mujer que se había hecho una operación de cambio de sexo. Este viajero no tenía escrúpulos en detallar con pelos y señales, que proceso se seguía para pasar de llamarte Rocío a Alejandro.


Creo que todos o casi todos, estamos de acuerdo en lo mismo. Es un despropósito muy grande el que la sanidad pública se haga cargo de estas intervenciones con el coste tan elevado que tienen, utilizando como pretexto los daños psicológicos que sufren estas personas. Mientras yo, por negligencia mía, o por seguir un tratamiento para alinear mi dentadura, tenga que dejarme cada cierto tiempo una media de 100€ en una consulta privada, porque eso no lo cubre la Seguridad social. ¿Acaso no afecta más el no poder comer bien con lo malo que es un dolor de muelas? ¿No somos mayoría los que tenemos boca?. A esas personas que nacieron hombres pero se sienten mujeres o al revés, algo que no es de ahora como muchos dicen, también se le pican muelas y tienen que sentarse en ese sillón del terror, y también se les pone la boca roja como un pepón de tómbola por la anestesia. Uno de los principios de la democracia es que la opinión de la mayoría es la que cuenta, y creo que con ésto, se ha olvidado pues no hace falta estar en contra de algo que ha existido de siempre como es la homosexualidad para pensar como yo.