jueves, 28 de enero de 2010

Capeando la crisis

Hace unos años, cuando mi madre todavía estaba bien, si me decían que el tema de la búsqueda de empleo estaba fatal de los fatales como ahora, me sentaba a esperar pensando bueno, ya vendrán tiempos mejores total, vivo bien. Ahora, el hacer eso es algo que me he propuesto prohibírmelo terminantemente pues el hacerlo, me llevaría a consecuencias no deseables para mis más allegados. Como escribo en una hora crítica aprovechando un desvelo, no sé si decir hoy o ayer bueno, este 27 de enero, ha sido un día en el que puedo sentirme muy afortunado. Por la mañana, fui a una entrevista para entrar en un periodiquillo hasta entonces desconocido para mi en el que me han ofertado unas prácticas. La incorporación, sería inmediata pero no podrá serlo hasta que mi querida madre, descanse también en paz burocráticamente hablando que por suerte, es algo que esta semana, veo más cercano que la pasada, aunque todavía queda mucho por hacer.

Con este trabajo de precario que podría terminar si todo sale bien en mi primer contrato, hago una incursión en el medio escrito, algo que hasta ahora no había hecho. La historia no termina aquí, pues por la tarde he estado en el café central reunido con un buen compañero de mi etapa en Punto Radio y sin embargo buen amigo, para darle forma a un proyecto periodístico que por ahora no es más que un mero feto pero que si todo sale bien, será apasionante, atractivo y sobre todo sobre todo, interesante y singular por sus contenidos innovadores. Como esta historia anda un poco parada, no desvelo más no vaya a ser que se nos gafe todo por hablar más de la cuenta. Para más información, sólo os bastará con seguir este blog y a su debido tiempo, os iré comentando la gestación de este nuevo niño que tiene la forma de producto periodístico y la voz de una radio casi desconocida. En estos tiempos tan raros, sólo quiero vivir el presente sin olvidarme del futuro, aprovechando así, todas las oportunidades que me vayan surgiendo para dentro de unos años poder decir con orgullo, que no soy torero ni me gustan las corridas, pero a crisis y a convulsiones, les corté las orejas y el rabo y por ello, me sacaron a hombros por la puerta grande, pues aunque me lo pusieron difícil, tuve los reflejos suficientes para que no me dieran una cogida mortal.

sábado, 23 de enero de 2010

Transición obligada

Conforme van pasando los días, uno va aterrizando en la nueva vida a la que el maldito cáncer me ha empujado al ganar su batalla contra mi madre. Conforme me despierto cada mañana, noto que mi corazón está más inundado de lágrimas. Solvento con toda la madurez, entereza y realismo posibles, las distintas preguntas que vienen surgiendo. Por suerte o por desgracia, he tenido tiempo más que suficiente para buscar respuestas y aclarar la futura situación que ahora es ya presente. Lo más difícil de todo, es buscar la paz burocrática del difunto dirigiéndonos cada mañana a los edificios administrativos y además, luchar con el empeño materialista de algunos por desacerse a toda costa con las cosas que hasta ahora, sin molestar, han sido parte de mi casa. Esos mismos, con toda su buena intención quieren darte la vida que ellos consideran la mejor y te imponen sus decisiones y yo, que no quiero buscar problemas ni polémicas, sin querer las acato a regañadientes. No tengo fuerzas para decir que por favor, me dejen vivir pues quizá, el hacer eso, haga que tome el camino equivocado. Sólo quiero seguir adelante, ahora un poco más despacio y luego, ya veremos para poder vivir. Quiero ser yo el que tome las decisiones ahora que puedo y soy mayor, quiero asumir la responsabilidad de cometer mis errores y no quiero, que esos que tanto empeño tienen en imponer, cuarten la libertad que yo siempre he tenido junto a mis padres. Ahora que puedo, quero una vez me recupere, seguir siendo libre y elegir mi futuro y que el que tiene su vida allá al otro lado, la siga teniendo y me respete, que es lo que yo siempre he hecho con él. Ahora, soy consciente de lo complicado que es vivir pero no por eso, voy a tirar la toalla. Ojalá, dentro de unos años, pueda aplaudir para mis adentros y celebrar que gracias a mi y a los que me arroparon, he llegado mucho más lejos de lo que pensaba.

lunes, 18 de enero de 2010

El Viaje Definitivo

Querida madre:

Ayer fui a verte como todos los días. Estuve toda la tarde pero no pude encontrar unos minutos de soledad que nos unieran como sucedió en días anteriores. Tras un café en buena compañía, y cuando las farolas de la calle ya llevaban un par de horas encendidas, decidí volver a casa. Como no habíamos podido hablar en silencio, estaba agobiado y al llegar a ese hogar que tu abandonaste para siempre un martes 23 de diciembre, busqué algo que me relajara sin encontrar respuesta. Antes de salir de la minúscula habitación del hospital te dije como siempre hasta mañana, pero ese mañana, no llegó ni llegará. Mientras el sueño me abandonaba por un sobresalto, a 11 Kilómetros de mi habitación, de tus ojos brotaban un par de lágrimas y tu corazón se paraba para no arrancar nunca más, harto de tanto dolor provocado por el maldito cáncer, que minó hasta el último rincón de tu cuerpo.

Hoy, por la mañana temprano, al despertar no consulté el reloj ni encendí la radio. Lo primero que hice, fue atender al teléfono que sonó por sorpresa. Desde el otro lado, me informaban de tu partida, de tu viaje definitivo que acababas de emprender. Por suerte, he tenido tiempo más que suficiente para madurar esa noticia y no me ha caído como un jarro de agua helada. Este 17 de enero en el que el cielo de Sevilla no lloró como en días anteriores, lo recordaré siempre por la cantidad de gente que se acercó al tanatorio a despedirse de ti. No sé si es porque eres mi madre, pero el caso que no he visto a tanta gente congregada en una situación similar. Siento si no he estado mucho tiempo en la habitación frente a la cristalera donde te encontrabas, pero he preferido evitar el llanto contagiado por las tías que como tu sabes, tienen una forma de ver las cosas que tu y yo no compartimos, pues para ser fuertes no hay que ser, como son ellas, aprendices de plañideras. Como tu siempre has dicho, “no vamos a ser iguales que ellos” y por eso, mi mejor homenaje, más que estar sentado pensando en los motivos que al dios al que ellas tanto rezan a diario me da para no creer en él, ni en la santa iglesia, era estar fuera con los que te abrazaban fuerte y recordaban todo lo mucho y bueno que dejas atrás. No quiero arrancar la tierra parte a parte, a dentelladas secas y calientes. Prefiero, al menos por el momento, quedarme con tu recuerdo, con ese sabor a despedida que nunca llegó para no hacer el futuro tan duro. Quiero recordarte por tu jardín florido, por tu manguera que regaba los naranjos de la calle y por los pájaros que en las tardes de primavera, se posaban y espero lo sigan haciendo, frente a tu puerta de la calle Firmamento que desde ahora, es más mía.

Como por desgracia, este viaje es ya definitivo aunque precoz, no quiero obligarte a retornar junto a nosotros. Sólo anelo, que el paso del tiempo: los días, el viento, los olores, las voces y en definitiva las pequeñas cosas, me engrandezcan tus recuerdos y que me acompañen allá donde vayas. Hace mucho que no hablamos como antes, pero tu sabes que hemos dejado muchas cosas pendientes por hacer y por vivir juntos. Espérame, pues yo como tu, dentro de mucho, como todos los que aquí habitamos, también emprenderé mi viaje y cuando nos reencontremos será para no separarnos nunca jamás pero madre, mientras aprende y vive las nuevas cosas que allí encontrarás pues quiero tardar en ir allí para así tener más cosas que llevarme y regalarte por todo lo que dejas y dejarás. Ya no tendré a quién besar por las mañanas pero tranquila, estoy en conversaciones con el viento para que esa sana costumbre no se pierda y te lleguen cálidos como siempre.

jueves, 14 de enero de 2010

Un cuento para pensar

En un blog que me recomendaron hace unos días, concretamente el sábado 19 de diciembre en la ciudad de Madrid con un frío que calaba hasta el último rincón de los más de 4000 cuerpos allí presentes, aparece este interesante cuento con un doble sentido muy bueno y que si lo cogemos bien, podremos comprender la situación actual de la ONCE, esa organización que no hace mucho, fue más importante que el mismísimo Corte Inglés. Dedico esta historia, al señor Máximo, que trabaja en prensa de LIPASSAM y al señor Rafael, que es trabajador (no se si periodista, al menos el martes cuando fue a pagar en el Arturo se le vio un carnet de este periódico) quiénes todavía piensan que Onda Cero, pertenece a la Organización Nacional de Ciegos españoles, como en 1999 y con toda su buena intención, me recomendaron fuera primero a la ONCE para que me colocasen allí. Hay, si todo fuera tan fácil amigos, seguro que no andaría echando currículos por todos sitios.

Había una vez unos cuantos granjeros que apenas tenían para vivir. Decicidieron unir sus fuerzas y crear una buena granja de gallinas. Con ella se pretendía vender huevos y así mejorar sus condiciones económicas. La granja era una cooperativa que pretendía dar trabajo a todos los miembros de las familias que la crearon. Para ello escribieron unas normas donde se recogía todos sus fundamentos.

Decidieron repartirse el trabajo, y eligieron a un granjero para que organizara a los trabajadores y las cuentas. Todo iba muy bien y en pocos años la granja producía tantos huevos que todos los miembros de cada familia vivía holgadamente e incluso llegaron a crear una escuela y becas para sus hijos.

El granjero que hacía de presidente de la cooperativa fue colocando a todos los miembros de su familia en la oficina donde se organizaba el trabajo y la economía. Por supuesto, ellos se aumentaron sus sueldos escandalosamente, sin decir cuánto cobraban. Este presidente al verse manejar tanto poder y dinero cayó víctima de la codícia de tal manera, que se las ingenió a base de amenazas y favores para ir cambiando las normas de su fundación, y así se fueron enriqueciendo todos los miembros de su familia, y vivir del cuento con toda esta historia, mientras el resto iba viendo como perdían su poder económico.

Las demás familias se daban cuenta de la situación y cuando intentaban hacer alguna cosa, la familia del presidente se las ingeniaba para acallar sus voces mientras seguía cambiando las normas y así llegó el momento que dejaba a las otras familias sin trabajo en la granja. Llegó incluso a vender y regalar gallinas, y los trabajadores que quedaban estaban explotados. Las gallinas que iban quedando no podían producir tantos huevos, aunque se las presionaba para ello. Las gallinas fueron muriendo exhaustas y como no había nuevas que produjesen huevos, acabó por crearse una situación insostenible.

Al presidente y a su familia no les importaba esta situación porque ellos ya se habían enriquecido.
Así que al final sólo se podía ver un cartel en la puerta de la granja que decía:
"Esta granja se cierra por falta de huevos"

martes, 12 de enero de 2010

Simplemente, gracias

Hace un tiempo, cuando mi vida iba sobre ruedas y no tenía nada que lamentar, me quejaba amargamente con los de más confianza de que me sentía sólo y rodeado de gente. Una sensación de cabreo con todo lo que me rodeaba, me acompañó durante mucho tiempo. Ahora, que las cosas no van tan bien, pienso todo lo contrario. No camino sólo. Envío más llamadas y mensajes que recibo en mi móvil, pero he descubierto que junto a mi, hay mucha gente con la que puedo contar para lo que necesite y que sin andarse con muchas palabras, me han demostrado que me apoyan, me ayudan y me arropan para que el frío interior cuando pase lo que parece ocurrirá, no me haga enfermar.

Gracias, por todas las llamadas que recibo a diario, que hacen salga por un rato de la habitación para volver a entrar renovado, gracias por vuestros mensajes de apoyo, por vuestras propuestas para salir, por acercarme en coche cuando lo he necesitado, por los cafés que dan pié a una charla y como no, gracias, por tenerme ocupado aunque tenga ganas de tener el salón de casa para mi solito en lugar de estar en la calle cenando o tomando copas en el dragón verde, pues ya tendré tiempo como bien decía el sábado pasado de tener toda la casa para mi. En fin, tengo la malísima costumbre de no decir todas las veces que debiera la palabra protagonista de esta página que ahora escribo, pero hoy quiero hacerlo para que sepáis que aunque no lo digo, es algo que siento y que no olvidaré todo lo que en estos momentos estáis haciendo por mi. No quiero terminar sin agradecer a los que por sorpresa, me han demostrado lo grande que es su corazón haciéndome ver, que estaba equivocado en la idea que tenía de ellos como personas.

jueves, 7 de enero de 2010

risas y risas

Como cada tarde, (y ya van 15) he ido a visitar a mi madre al Virgen del Rocío. La rutina se ha repetido: un ratito en el sillón, otro junto a la cama… y así se han pasado las 3 horas desde las 5 hasta las 8. A eso de las 6, estaba levantado hablando junto a ella y le ha venido un ataque de tos mucosa tipo oya a presión que le acompaña desde hace 2 o 3 días. Inconscientemente, a mitad del ataque casi con ahogo, me ha venido la risa tonta y yo claro, escodiendo la cara y aguantando la respiración para que aquella risa inoportuna sin carcajada, desapareciera lo antes posible pues no era nada coherente estar ahí destornillándome mientras a mi pobre madre le faltaba el aire.

No es la primera vez que me ocurre algo así. De pequeño, era tan travieso que me reía con el llanto de los niños y esto de la tos empezó a ocurrirme ya de más adolescente, quizá porque un amigo y yo imitábamos a los viejos fumadores de ducados que montaban en el autobús urbano y a él, le gustaba mucho como hacía ese sonido bronquítico putrefacto que sale a raíz de fumar mucho y durante muchos años. A raíz de aquél cachondeíto, un día a una señora mayor (no fumadora) le vino un ataque, yo recordé nuestra gracia y me aparté para que no me vieran.

Otros casos de risa inoportuna pueden ser las caídas aunque esas, al contrario de casi todo el mundo no me hacen poner cara de niño travieso como las toses agónicas o cosas más escatológicas. ¿Y a ti, que es eso que te hace reír cuando no se debe?. ¿Se te ha escapado una sonrrisa en un velatorio y has tenido que disimularla?. Reír es maravilloso aunque a veces, puede llegar a ser algo muy embarazoso que nos puede acarrear problemas si no nos reprimimos.

miércoles, 6 de enero de 2010

Días de empacho

Estos días que hoy terminan, son para mi los que más se repiten de todos. Como cuando llegas a un banquete, cojo las fiestas con ganas porque me rencuentro un poco conmigo mismo, aprovecho para intentar retomar el contacto con quienes lo perdí por dejadez, ejercito mis mandíbulas y estoy en compañía de familiares y amigos que quiero. Hasta la nochevieja todo bien pero luego, una vez me tomo las uvas y celebro la entrada del nuevo año, cuando me levanto el día 1, siempre siento el mismo deseo, el mismo empacho. Desde ese día y hasta hoy, solo quiero que se acaben estas “¿fiestas?”.

Los primeros días de enero son como los últimos de diciembre, no sabes si es martes, si se trabaja… y al fin, llega el 5. Todos salen a la calle a recoger caramelos, a contagiarse de la ilusión infantil y yo, me detesto a mi mismo, y siento nostalgia. Como decía Manuel Machado, quiero volver a ser niño para sentir ese pellizco que dan los magos de oriente. Este año han sido otras circunstancias pero los pasados, como los que me rodean no lo sienten, me quedo sólo con esas ganas. Sólo y casi incomprendido, porque unos dicen que eso es una cosa infantil y otros no saben esperar al día seÑALADO PARA DAR LOS REGALOS. Cuando todavía mi madre se encontraba bien de salud, conseguí transmitirle esa ilusión y un año, recibí mis presentes en el salón tal día como hoy por la mañana. Por mi parte, sus regalos los dejaba en casa de mi vecino para entregárselos en su momento. Este año, no ha podido ser y por eso, ayer no pude soportar la hora de los fósforos de Carlos Herrera pues me invadían la pena y la rabia y hoy, tras mirar la hora, encendí mi transistor y lo apagué al poco pues en todas las emisoras salían niños y otros no tanto, contando lo que les habían traído esos tres hombres mayores que trabajan una noche al año y de los que luego no sabemos nada más hasta el momento de escribir la carta con los deseos materiales. Una gran tristeza me vino esta mañana al notar, que sentía rabia, de aquello que a los demás alegraba porque yo no la tenía y eso me hizo desear con más fuerza que las horas pasasen rápido para dar paso de nuevo a la rutina y a la llegada de las rebajas, pues no hay nada más ruín y doloroso, que entristecerte con lo que alegra a los demás. Por eso, aprovecho y si el rey Melchor que es mi favorito o los 3 juntos leen esto ya dejo mi petición para los próximos 365 días.

Queridos reyes magos:
Hace muchos muchos años que no os escribo, pero todos los años me acuerdo de vosotros. Seguro que como sois mayores y sabios, os acordaréis de mi, de cuando era un mico de 6 años que os escribía allá por octubre, cuando en Radio Sierra Norte empezaban a anunciar los mantecados de Cazalla con la canción de navidad de Perales de fondo. Siempre me tragísteis todo lo que pedí incluso hasta me dejábais gratas sorpresas. Sé que sois buenos y tenéis un gran sentido del humor, pues un año, al final de la carta, os puse en una posdata que a mis padres les tragéseis carbón y el deseo se cumplió; al final fui yo el que se terminó zampadno los dos pedrosos poco a poco, noche a noche cuando el hambre se me presentaba de madrugada algo, que todavía me sigue ocurriendo.

Este año, os vuelvo a escribir pero no os pido cosas materiales. Como mi fe es nula y esas historias del niño aquél al que le disteis oro incienso y mirra me suenan un poco a hueco, os pido para el próximo año que me traigáis mucha ilusión, alegría y sobre todo, que los malos sentimientos, no me afloren como hasta ahora en vuestro gran día. En definitiva, que la alegría y la ilusión que hasta ahora me ponían de mala leche cada 5 y 6 de enero, llenen mi corazón y que al menos por unas horas, vuelva a sentirme como el niño feliz que fui.

martes, 5 de enero de 2010

punto radio ya es mi casa

El pasado jueves, llegó el día que fue tan ansiado unas veces, tan odiado otras como cuando el reloj marcó el minuto 30 de la última hora 14 de 2009. En ese preciso instante, la puerta acorazada del estudio se abrió para dejarnos paso. En ese preciso instante, se terminaban casi 6 meses de prácticas en aquella radio, situada en un lugar apartado y casi fantasmagórico de Sevilla.

Tomamos rumbo a la redacción para como cada día, recoger la mochila y volver a casa pero ese jueves 31 ya día señalado de por sí, hubo que esperar. Llegó el momento de las despedidas; con unos, tuve más trato con otros, menos pero de todos, sentí un hondo pellizco al tener que decir hasta luego, hasta pronto o ya nos vemos ¿dónde nos vemos? ¿en la vida? –como dijo Fran un día antes ¿en los bares?. A algunos os veré en el primer sitio pues sabe dios cuando volveremos a reencontrarnos y a otros, en los segundos. No me gustan las despedidas pero qué menos que antes de salir por última vez rutinaria de un lugar, decir un hasta pronto. El prolongarlas, creo que es perjudicial, cuando sabemos que no se puede hacer nada para cambiar el destino. Por suerte, vivimos en la sociedad de la comunicación y a nuestro alrededor disponemos de múltiples medios para que nuestros pasos, no se pierdan en la inmensa borágine del trasiego diario. Este blog es uno de ellos y eso, lo tuve aún más claro cuando tras un apretón de manos junto a mi mesa, me dijeron “te seguiré leyendo”.

No quiero citar nombres aquí pues sois casi 30 y el hacerlo, aunque estamos en un blog personal, parecería favoritismo. Atrás quedaron tertulias en la puerta junto a un café de la máquina, las inolvidables reuniones de redacción, paseos al control para ver que se cocía en el protagonistas, el primer mes con Cristóbal a quién traté poco pero recuerdo con mucho cariño, la marcha de un negro azabache de 4 patas que fue ídolo de todos, conversaciones breves pero intensas a mitad de la jornada que hacían me dieran ganas de recoger y grandes momentos vividos en el teatro, o junto a una rica cruzcampo. Han sido 6 meses muy intensos; por ahora, creo que los más de mis 26 años de vida. Hacía poco que llegaba de Estados Unidos, a mitad del periódo quién vino de ese país tan lejano se marchó. Parecía ganamos al cáncer y poco después del ecuador de este periódo, tuvimos que volver a empezar. Por suerte, cuando pase por malos momentos, podrán venir a mi recuerdos que me darán la vida como aquella abispa que se posó en la cuchara que estaba utilizando para comerme un potaje en el bar del olímpico, los desayunos mes sí y mes no media hora antes de empezar o aquella minitertulia agosteña en la que casi sólo teníamos tiempo de decir hola y adiós pues duraba unos 5 minutos y entrábamos por lo menos 8 en el estudio para contar la anécdota que tocara ese día. En definitiva, gracias a todos pues los inicios de una nueva etapa como es la laboral no se olvidan nunca y vosotros, habéis puesto de vuestra parte. Aún menos, olvidaré a los que me habéis hecho sentir que voy casi a hombros gracias a vuestro interés y comentarios de ánimo ante la situación tan fea por la que estoy pasando. Gracias por contribuir a que pueda decir con orgullo, que estuve fortaleciendo mis pasos por el mundo periodístico junto a vosotros.